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viernes, 4 de octubre de 2013

La Olmeda y San Juan de Baños



Aun nos queda un rato para coger el autobús que nos lleve a la Olmeda.

Mientras, decidimos tomar una cervecita en una terraza cercana.

Acaban de llegar dos amigos de Madrid.

Ella es enfermera, o sea que aprovechamos y me cambia el vendaje y me pincha el anticoagulante.

¿se puede estar mejor atendida?







Pues si. 

Encima tengo a los mejores nubios que se puede tener...

No tengo queja...

desde luego...










Llegan Mariano y Lara que no nos encontraban, y seguimos con las cervecitas.


Nos llevan en autobús a la Olmeda, o sea que podemos beber tranquilos que no conducimos nadie.

Mis nubios (de los que sólo han querido salir dos en la foto) estan en perfectas condiciones ¿eh?

Va llegando la hora y nos vamos hacia la plaza San Lázaro donde hemos quedado todos.










No nos pongamos nerviosos que es un autobús grande y cabemos todos.

Hasta mi silla de ruedas se viene con nosotros.

Al subir al autobus (me tocó ir delante y en primera fila) me doy cuenta que mi vecino de autobús lleva un brazo escayolado.

Un médico vasco que ha estado en el curso.

Empezamos a pensar que este es un viaje del Inserso... 

Madre mia.


¡¡Nos vamos hacia la Olmeda!! 









La Villa Romana La Olmeda, es uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del mundo romano hispánico. 
Se trata de una gran mansión del Bajo Imperio (s. IV d.C.), cuyo edificio principal de planta cuadrada flanqueada por dos torres, se dispone en torno a un patio central y peristilo al que se abren las distintas dependencias, la mayoría de ellas con pavimentos de mosaicos. 

El salón principal u “oecus” de 175 m 2 conserva en muy buen estado uno de los principales mosaicos del mundo romano en el que se pueden contemplar dos escenas; 

la principal narra el conocido episodio de Ulises en Skyros, orlado por una bella cenefa con una serie de retratos, probablemente de los dueños de la mansión. 

Bajo el tema principal una cacería de gran realismo. 




 



En las proximidades del edificio principal se han excavado diversas necrópolis con abundante e interesante material que permite estudiar y conocer mejor el mundo tardorromano en la meseta. 

El conjunto fue declarado Bien de Interés Cultural el 3 de abril de 1996. 

En Saldaña, localidad próxima a la villa, se completa la visión de la vida en la Roma bajoimperial con la visita al Museo Monográfico de la Villa, en el que se pueden admirar desde las vajillas de cerámica en terra sigillata hasta los ajuares funerarios de las necrópolis. 

El descubrimiento de la Villa Romana La Olmeda tuvo lugar en el verano de 1968 con motivo de la realización de unas labores agrícolas, que al tropezar con restos de una vieja pared fueron el principio de una investigación arqueológica. 






 


La incógnita pronto se despejó con el hallazgo de un espléndido palacio de época imperial romana: salas, corredores, pórticos, todo un conjunto cuyo momento de esplendor, hace 1600 años, la fortuna nos devuelve ahora. 










La monumental fachada del edificio, flanqueada por dos torres de forma octogonal, se abre al mediodía. 


Traspasada ésta, se accede al interior del palacio por un vestíbulo cuyo mosaico se conserva prácticamente intacto. 


Al fondo del vestíbulo, dos columnas marcan la separación entre él y una amplia galería transversal en cuyos extremos convergen otras con bellos mosaicos geométricos, que son el acceso a las principales habitaciones de la mansión. 


Las orientadas al saliente, de mayor importancia y suntuosidad, se identifican como alcoba, pequeño comedor, y sala de recepciones, y conservan espléndidos mosaicos. 


Entre las orientadas al poniente, el gran comedor es la principal, con reformas de época romana que acrecientan su interés arqueológico. 


El mosaico de la sala de recepciones es uno de los principales mosaicos conservados en España: Piedras de diminuto tamaño y diversidad de color se van ordenando armoniosamente hasta formar escenas. 


Cazadores a pie y a caballo que acosan a diversos animales, héroes de la antigüedad clásica que nos relatan sus viejas leyendas, y un friso, entre ánades silvestres heráldicos y delfines, en el que los dueños del palacio se inmortalizan en retratos en los que el arte del mosaico alcanza su culminación.


Pero eso, lo veremos después...

Ahora...vamos a comer (menú romano)









CONVIVIUM- La cocina romana en la Olmeda.



En la cafetería de la Villa, se ofrecerá un menú, tapas y bebidas basado en la gastronomía romana y en las recetas de Apicio, gastrónomo romano del s. I y autor del libro "de Re Coquinaria", que ofrecen la posibilidad de acercarnos al fenómeno de la alimentación romana desde diversos enfoques.
El menú a degustar por nosotros es:



ACETABULA. PRIMA MENSA

CVCVRBITAS MORE ALEXANDRINO 
calabazas a la alejandrina
PVLVM NVMIDICVM.
Pollo en salsa con frutos secos
DVLCIA ALEXANDRINI
Dulces alejandrinos






GVSTATIO O PROMVSIS Aperitivos


EX MARTIALE PROMVLVS 
aperitivo de Marcial.
EPITYRVM. 
Paté de aceitunas
CASEVS EX PANIS. 
Galletas saladas con queso
PANIS. 
Tostas de pan
IN HASTAE. 
Brochetas
OVA COCTA PATINAE
Bandeja de huevos cocidos
ASPARAGI VIRIDIS
Esparragos verdes.










POTVS. Bebidas


AQVA.

Agua
MALA PVNICA VINUM
Vino de granadas
MVLSVM
Vino con miel
MELLI MVSTVM
Mosto con miel
NVCLEI MVSTVM
Mosto con piñones






Vaaaaaale...

Ya sé que algunos se quedaron con hambre.

Que nuestros paladares no estan acostumbrados a la comida romana.



Que el vino caliente sabe distinto...

Pero habeis de reconocer que fue curioso comer en aquel sitio, la comida que probablemente degustaron nuestros ancestros.








Para ellos era manjar de Dioses.

He de reconocer que, una buena puesta en escena no hubiera venido mal.

Si los que nos servían se hubierran vestido como en la época...

Si hubieran explicado mejor lo que estábamos comiendo y cómo estaba hecho...

 Si, es verdad, que llama mucho la atención ver un brazo con tatuajes de Iron Maiden que te sirve Mvlsvm.






el organizador


Cafetito, visitas a la librería... al baño...

Y continuamos.






Fue un detalle enorme que los profesores nos acompañaran en la Comida Romana.

Que se desplazaran hasta la Olmeda para comer con nosotros.

Y después del cafetito y las visitas a la libreria de la Villa, les despedimos deseando verles pronto.

Siempre es un lujo tratar con un equipo docente  como ese.

Los demás, nos organizamos para la visita a la Olmeda.

Os he hablado de esta Villa Romana en otras ocasiones, en otras crónicas.






Es la cuarta vez que vengo a la Olmeda (aunque volveré otras cuantas veces), por lo que dejo tranquilos a mis nubios e intento ir por libre para no darles tanta lata.

Entonces José Ängel me propone acercarnos a Vinalia; una representación Histórica del tiempo de la Vendimia Romana.




VINALIA RVSTICA:
La Vendimia en Roma.
 "Taller de Recración Histórica"
 



En época romana, el tiempo de la vendimia constituía una temporada de trabajo intenso, tal y como hoy sigue siendo en nuestra geografía. 

Era el momento de recoger el fruto del esfuerzo de todo un año.






La buena vendimia llevaba la abundancia a las casas y permitía mantener una intensa exportación de vino hacia la capital, Roma, y a otras partes del estado.
Pero del mosto no tan solo salía el vino, bebida predilecta de Baco. 





También de el salía otro producto que resultaba muy importante para la cocina romana: el defrutum, un dulce de fácil conservación.


¿Qué era el defrutum? 






 


Pues, simplemente, mosto hervido hasta conseguir una consistencia de jarabe. 
Este producto podía recibir tres nombres: caroenum, sapa o defrutum, según la reducción del volumen inicial (de una tercera parte en adelante)


Su procedimiento de fabricación a gran escala se llevaba a término hirviendo el mosto recién exprimido en un espacio amplio, luminoso y bien ventilado. 
Allí se instalaban grandes ollas de plomo, con capacidad para 90 ánforas (2.250 litros aproximadamente). 



Un dato curioso es el de que al utilizar ollas de plomo, los romanos estaban muy expuestos al saturnismo, envenenamiento agudo por ingestión de plomo. 
Este envenenamiento era muy común, y por esta causa se ha llegado a decir que una de las causas de la caída del Imperio romano, llegó a ser la de la mala salud causada por la utilización de vajilla de plomo en la cocina, ¡opiniones hay para todo, por supuesto!
Mientras el mosto hervía se le añadían toda una serie de aditamentos: anís, nardo, pámpanos de vid, rosas y sobretodo, fenogreco. 






Igualmente se introducían diversas frutas en la olla, con lo que el resultado era francamente sabroso, mientras se removía el cocimiento con un generoso bouquet de ramas de hinojo, con una doble finalidad: le confería sabor y a la vez se evitaba que el mosto se agarrara por efecto del calor y los posos resultantes de la intensa cocción.
 

Finalmente, para retirar las impurezas que flotaban en la superficie, se introducían coladores de esparto crudo.










Los encargados de explicarnos todo van a ser Valeria Placidia y su marido.



Dos persons encantadoras que, metidas de lleno en su papel, nos reciben encantados.






A mi me colocan un collar de esclava (en Roma los esclavos solía llevar un collar que como tal los identificaba en el que se podía leer detenedme si escapo y devolvedme a mi dueño) 









 y a José Ángel un  Fascinum (pues no estaba contento él).

















El fascinus o fascinum, personificación del falo divino en la magia y religión de la Antigua Roma.

 



La palabra puede referirse también a la propia deidad Fascino (Fascinus), a efigies y amuletos del falo y a hechizos utilizados para invocar su divina protección. Plinio el Viejo lo llama un medicus invidiae, un "doctor" o remedio para la envidia (invidia) o el mal de ojo.






Nos agasajan con un poco de requesón con miel (no era exactamente eso, pero no recuerdo el nombre y el sabor es lo que mas me lo recuerda) y vino.



Mariano, que ve el vino, se nos acerca (él también quiere probarlo).


 




Entonces nos explican cómo se hacía y bebía este líquido elemento.

Nos muestran una serie de hierbas y productos naturales utilizados en aquella época.

He de reconocer mi sorpresa ante algunas de ellas. 

Era la primera vez que veía mirra, ese regalo tan preciado para los antiguos.

Y entonces llega el grueso del grupo.

Ahora les toca a ellos.

Y aprovechamos para escaparnos a ver  la Exposición 










"DINERO Y MENSAJE"
Las Monedas de la Olmeda





Una exposición que pretende dar a conocer el papel que la moneda ha jugado desde la antigüedad y el que jugaba especialmente en el mundo clásico, mucho más allá del valor de circulación en su época o del numismático y coleccionista posterior.

En la muestra, presentada en seis vitrinas y cinco paneles, el Comisario, José Antonio Abásolo, Catedrático de Arqueología de la Universidad de Valladolid, en cuyas aulas ha enseñado Numismática, recorre la importancia de las monedas en el mundo romano, a través de la colección de monedas griegas, romanas e indígenas -donadas recientemente a la Diputación por Aquilino Antón-, y de una selección de cerca de 900 monedas aparecidas en el conjunto del yacimiento arqueológico de La Olmeda, analizando también su papel simbólico en la cultura occidental para finalizar con una referencia a la Numismática y el Coleccionismo contemporáneos.








Y nos vamos hacia el autobús.
Que nos vamos a  


San Juan de Baños.













La iglesia de San Juan de Baños se ubica al sur de la provincia de Palencia, de cuya capital dista apenas una decena de kilómetros.


El paraje en el que se levanta San Juan de Baños fue de enorme riqueza cerealista desde tiempos de los romanos, proliferando en el entorno, tal y como han atestiguado numerosos hallazgos arqueológicos, las villas tardorromanas agrícolas y de recreo.

 
Debido a las propiedades curativas de sus aguas, el actual Baños de Cerrato, conocido durante la dominación romana como "Balneos", se constituiría también como un importante establecimiento termal, constando referencias de la existencia de un templo consagrado al dios Esculapio. 

Los orígenes cristianos de la iglesia de San Juan de Baños, ya durante la época de la Monarquía Visigoda, hay que remontarlos al año 661, cuando, por orden del rey Recesvinto y según consta en una lápida de consagración aparecida en el propio templo, fue mandada construir bajo la tutela de la sede episcopal palentina.







En dicha inscripción, que no deja lugar a dudas pese a estar escrita en un latín no demasiado puro, aparece mencionado el año 699, que vendría a corresponderse con el 661 de nuestra era.

La inscripción original se encuentra hoy en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, habiendo sido colocada una réplica en el interior del templo, sobre el arco triunfal de ingreso a la cabecera.

La tradición popular cuenta que la iniciativa del rey Recesvinto de fundar el santuario se debió a que, regresando el monarca junto a su comitiva de una exitosa campaña contra los vascones, paró a descansar en estos pagos cerrateños al sentirse algo indispuesto aquejado de una dolencia renal, la cual, tras beber agua del manantial que brotaba en el lugar, se sintió totalmente curado, levantando como agradecimiento un templo en honor de San Juan Bautista.


Sea literal o no la leyenda, lo cierto es que nos hallamos ante una fundación de carácter real, en la cual, además, se cumple el axioma, tan común a muchos edificios cristianos medievales, de erigirse en un lugar de culto o de especial significación para antiguas religiones politeístas con el fin de ser cristianizado.

Pocas décadas después de su consagración y debido a la conquista y posterior dominación musulmana de la Península Ibérica, el templo quedaría en desuso, aunque, afortunadamente, quizás por el respeto a la figura de San Juan Bautista que profesaba el Islam, nunca llegó a ser destruido.

Tras la reconquista cristiana de todo el Valle del Duero, la iglesia perteneció a la reina Doña Urraca primero y al monasterio de San Isidro de Dueñas después.

Varias intervenciones a lo largo de los siglos  modificaron sustancialmente su morfología original. 

El edificio llegó al siglo XIX en un estado bastante lamentable de conservación, siendo sometida a una oportunísima restauración que la salvó de la ruina y en la que le fue añadida la modesta espadaña que hoy corona su pórtico occidental.









A lo largo del siglo XX fueron realizadas en su entorno varias campañas arqueológicas de excavación que han acabado por aportar interesantísimas revelaciones acerca de su evolución arquitectónica.

Conserva buena parte de su estructura visigótica, con algunas modificaciones que, a finales del gótico, alteraron sustancialmente su planimetría original sobre todo en la zona de la cabecera.
 
Construida a base de grandes sillares perfectamente labrados y aparejados a hueso (sin argamasa), la iglesia presenta en la actualidad, tras un pórtico o nártex abovedado a los pies, una planta ligeramente trapezoidal que va ensanchándose a medida que se aproxima a la zona presbiteral.









El cuerpo del templo se estructura en tres naves -la central más alta y ancha- separadas por arcos de ligera herradura apeados sobre ocho columnas romanas que, en número de cuatro a cada lado, quedan coronadas por diferentes capiteles entre los que encontramos tanto romanos reaprovechados como de factura visigótica.

Diferentes estudios en forma de excavaciones arqueológicas acometidas en el entorno del templo durante el siglo XX han acabado por concluir que, en origen, las tres naves desembocaban en un marcado crucero al que abrían tres estancias cabeceras separadas e independientes entre sí. 


Este tipo de remates cabeceros serían bastante comunes en la arquitectura visigótica.



En un momento dado, en tiempos del gótico, se optaría por "integrar" las dos estancias cabeceras extremas -denominadas "próthesis" y "diakonikon"- mediante la erección de dos nuevas capillas absidiales anejas a la cabecera, de manera que, muy probablemente, las absidiolas laterales originales acabarían por perder su función litúrgica y, por consiguiente, desaparecer. Por ello, de la triple cabecera que se observa en la actualidad, solo el ábside central pertenece a su construcción original.











La portada de acceso al templo, situada en el cuerpo avanzado a modo de pórtico o nártex a los pies, se compone de un vano de ligera herradura sobrepasada un tercio de la longitud del radio, quedando perfilado por un arco dovelado en cuya clave fue tallada una cruz patada que, en cierta manera, recuerda en su forma a las cruces votivas típicas de los tesoros que enriquecían el interior de las iglesias visigóticas.

La pequeña espadaña de un único hueco de campanas y piñón triangular que corona el imafronte del pórtico fue añadida en una intervención tardía, concretamente en 1865.



Las tres naves que conforman el cuerpo principal del templo quedan divididas mediante arcos de ligera herradura que, en número de cuatro a cada lado, descansan sobre columnas cilíndricas de mármol reaprovechadas de construcciones romanas del entorno desaparecidas.







 


El resto de cestas, siguen en el modelo hispanorromano a base de pencas y fórmulas avolutadas, como queriendo imitarla. 


Tan solo los dos capiteles más próximos a los pies del templo, de factura claramente visigoda, se alejan de la tradición técnica clásica y, aunque pretenden copiarla, no alcanzan su perfección formal, quedándose en formas vegetales bastante esquemáticas.



Por encima del arco triunfal encontramos, incrustada en el muro y enmarcada por cuatro ménsulas de decoración discoidea en espiral, una réplica de la lápida fundacional por la que el rey Recesvinto dedicaba la fundación de la iglesia a San Juan Bautista. 

En la inscripción, realizada a base de caracteres incisos de trazo algo irregular, puede leerse, según traducciones de los especialistas, los siguientes versos:
"Precursor del señor, mártir Juan Bautista posee esta casa, construida como don eterno, la cual, yo mismo, Recesvinto rey, devoto y amador de tu nombre, te dediqué, por derecho propio, en el año tercero, después del décimo como compañero ínclito del reino. En la Era seiscientos noventa y nueve"


La fecha de 699 reflejada en la lápida vendría a corresponderse con el 661 de nuestra era.





Fuente de San Juan












A pocos metros de la iglesia y, sin duda, principal artífice de que el lugar sobre el que se asienta el templo fuera un lugar de especial relevancia telúrica y sagrada desde tiempos inmemoriales, se conserva la fuente-manantial de San Juan, conocida también como Fuente de Recesvinto en honor al monarca que, tras beber de ella, vio como sanaba de su afección renal, mandando erigir por ello en el lugar una iglesia también dedicada a San Juan.








En torno a la fuente y debido a las propiedades de sus aguas, ya conocidas entonces, se crearía en época romana un establecimiento de tipo balneario, del cual, consta la existencia de un templo dedicado al dios Esculapio, algunas de cuyas piezas fueron reaprovechadas en la erección de la iglesia. 






Por supuesto, algunos bajaron e intentaron beber del agua sanadora.

Aqui, la prueba de ello.

Ya contareis si son ciertas sus propiedades.

Y aqui acabó el curso.

Después de unos dias interesantisimos, rematados por semejante lujo de excursión, volvímos a Palencia.

Descanso, cena y visita a la familia egipcia en Palencia.

Como siempre..

en el Faraón



Pero no os vayais que algunos (los de siempre) seguimos culturizándonos.

¡¡Hasta mañana!!




http://search.babylon.com/?s=img&babsrc=NT_def&rlz=0&q=san%20Juan%20de%20Ba%C3%B1os

http://www.arteguias.com/iglesia/sanjuanbanos.htm

1 comentario:

  1. He de aclarar que tanto el collar de esclava como el fascinum, tuvimos que devolverlos.
    Que sois unos mal pensados...

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